viernes, octubre 14, 2005

Timidez

Frente a mi apareces, frente a mi te mantienes y, sin embargo, mi lengua no vocaliza, las palabras quedan atoradas en mi garganta, mis manos no responden a los impulsos, quietud. El botón que me abre la posibilidad de comunicarme se encuentra inmaculado.

Espero que llegues día a día, y mientras estás presente, una sensación cálida inunda mi pecho, mi estómago y parte de mis brazos. Escribo frases que me gustaría decirte y siento como que supieras que allí estoy.

Cuando te retiras, un aura de desilución y tristeza se desarrolla en mí, el recuerdo del momento recién pasado me maltrata acusándome de la idiotez que hice al no abordarte.

¿Cómo puedo llamar tu atención?, ¿cómo puedo hacer que sepas que existo, que aquí estoy? Mi cabeza palpita pensando en la forma de entablar una conversación contigo y, como autos en una autopista, muchas ideas pasan fulminantes.

Una idea queda congelada, quizás a ti te pasa lo mismo, eso es si te das cuenta de que yo estoy allí.

Esta es la rutina, esto pasa cuando allí tu apareces, esto es lo que tú probablemente ignoras.

Un saludo y reconocimiento de tu parte me destrozaría.