lunes, abril 17, 2006

El Alma Encerrada
se ha librado de su carcelero.
Un ángel ha llegado y ha traído
algo más que una llave para su celda.
Cáscara y alma se regocijan de sentir
lo que nunca en su vida han sentido.
¿Estoy seguro?
nunca en mi vida lo había estado tanto.
Hasta aquí llegan los desesperados cuentos
del Alma Escritora Encerrada,
ahora es libre, hay más alma que carne cruda.
El oráculo llamado lápiz ha firmado estos espejos
por última vez.

Poema (Cortazar)


Te amo por ceja, por cabello, te debato en corredores
blanquísimos donde se juegan las fuentes de luz,
te discuto cada nombre, te arranco con delicadeza de cicatriz,
voy poniéndote en el pelo cenizas de relámpago
y cintas que dormían en la lluvia.
No quiero que tengas una forma, que seas precisamente lo que viene detrás de tu mano,
porque el agua considera al agua, y los leones,
cuando se disuelven en el azúcar de la fábula,
y los gestos, esa arquitectura de la nada,
encendiendo sus lámparas a mitad del encuentro.
Todo mañana es la pizarra donde te invento y te dibujo,
pronto a borrarte, así no eres, ni tampoco con ese pelo lacio, esa sonrisa.
Busco tu suma, al borde de la copa donde el vino
es también la luna y el espejo,
busco esa línea que hace temblar a un hombre
en una galería del museo.
Además te quiero, y hace tiempo y frío.

Mensajes secretos


Como aquel guiño,
como aquella respiración nerviosa,
como aquella palabra que se queda trabada en la garganta,
como aquella mirada cruzada que forma un puente,
en donde miles de soldaditos cruzan para una
batalla campal, y el objetivo son justamente
los sentimientos y el corazón.
Como aquella conexión de energías,
que te transforman en adivino
porque sabes lo que siente, sabes lo que piensa.
Y sabes que piensa algo pero no te lo dice.
Paraderos fantasmas que son desechables,
y conforman un todo de un hermoso pasado,
un hermoso pasado que ha generado un hermoso presente.
Mensajes secretos, pero no tan secretos,
porque el decodificador sólo lo tiene un receptor.
El que te conoce con sólo mirarte.

martes, abril 04, 2006

No me des Tregua (Cortázar)

No me des tregua,
no me perdones nunca.
Hostígame en la sangre,
que cada cosa cruel sea tú que vuelves.
¡No me dejes dormir, no me des paz!
Entonces ganaré mi reino,
naceré lentamente.
No me pierdas como una música fácil,
no seas caricia ni guante;
tálame como un sílex,
desespérame.

Final de un trazo


Has llegado a un tramo
donde el camino te invita a mirar hacia atrás.
A darte cuenta que ya no eres la persona
que pensabas que eras.
Has cambiado y ese tramo te ha enseñado.
Ya no sabes quién eres,
debes descubrirlo otra vez.
Como cuando cometes un error
y debes comenzar de nuevo.
Sólo que esta vez no has cometido errores,
todo lo contrario, el camino te alienta,
porque sabes que vas bien, estás entero.
Aquellos arrebatos de rabia se han transformado
solo en líneas de un párrafo sin importancia.
Ahora hay algo mucho más importante,
algo más grande.
Como una gran ola que se lleva todo a su paso,
pero no destruye, sino une.
Y elimina a todos aquellos parásitos
que sólo molestan y que se transforman en
malditos quistes.
Sólo ha quedado tu escencia, aquella escencia de un alma
que ya no está encerrada, sino es libre.
Ya no es una bestia furiosa.
Es un ser salvaje que corre con toda libertad.
Y por el momento su corazón pareciese que va a estallar.
Has marcado el "chekpoint" del camino.
Este final es el comienzo.