sábado, marzo 13, 2010

Es que es cosa de gustos...

Nuestro ya conocido personaje se ha visto expuesto a un pasaje que no había tomado en cuenta antes. El simple hecho de los gustos. ¿Cómo es posible que a uno lo juzguen por tener determinados gustos? El personaje entró en una completa desesperación del sólo hecho de pensar que todo el resto de los personajes le están envenenando la cabeza para hacerle pensar que sus gustos son una real estupidez.
Por esto se dirigió al museo, percatándose que aquellas obras con las cuales él gozaba, otros no la tomaban en cuenta.
Horrorizado, pero aún con la esperanza de tomar el control de su cabeza, decidió tomar cartas en el asunto. No podía concebir de forma alguna que su orientación haya sido descalibrada por algún imán cercano. No podía concebir que debía recalibrar su definición de lo estético.
Obviamente no iba a darles en el gusto al resto, admirando aquel arte del cual no disfrutaba. No!, esas obras son demasiado lindas, demasiado bellas, demasiado hermosas. Eso no es para él...
De esta forma su plan se completó al enrolarse en el ejército. Cuando iba marchando y al escuchar la orden firme y violenta, todos dieron vuelta a su izquierda, pero él giró a la derecha, dejando de manifiesto que todos están equivocados, menos él.

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